miércoles, 16 de diciembre de 2009

La Confesión

- (Voz femenina) Padre, perdóneme porque he pecado.

Dime, hija, cuáles son tus pecados?
- Padre, el demonio de la tentación se apoderó de mi, pobre pecadora.
- ¿Cómo es eso, hija?
- Es que, cuando hablo con un hombre, tengo sensaciones en el cuerpo que no se cómo describirlas…
- Hija, por favor, que también soy un hombre...
- Si, padre, por eso vine a confesarme con usted.
- Bueno hija, y cómo son esas sensaciones?
- No sé como explicarlas, por ejemplo, ahora mi cuerpo se rebela a estar de rodillas y necesito ponerme mas cómoda.
- En serio?
- Si, quiero relajarme y quedarme tendida...
- Hija,¿ tendida... cómo?
- De espaldas en el suelo, hasta que se me pase la tensión...
- Y...¿ qué, más?
- Es como que tengo un sufrimiento que no le encuentro acomodo.
- Y ..¿qué, más?
- Como que espero un poco de calor que me alivie...
- ¿Calor?
- Calor, padre, calor humano, que lleve alivio a mi padecer...
- Y qué tan frecuente es esa tentación?
- Permanente, padre, por ejemplo, ahora me imagino que sus manos sobre mi piel me darían mucho alivio...
- Hija!
- Si, padre, perdóneme, pero me urge que alguien fuerte me estruje entre sus brazos y me dé el alivio que necesito...
- Por ejemplo ¿yo?
- Por ejemplo, usted es la clase de hombre que imagino me puede aliviar.
-
Perdóname, hija mía, pero necesito saber tu edad...
- Setenta y cuatro padre.

- Hija, ve en paz, que lo tuyo es reuma...

No hay comentarios:

Publicar un comentario